Estamos a punto de iniciar noviembre y, con ello, una de las celebraciones con mayor tradición en México.
El próximo 1 y 2 de noviembre se conmemora el Día de Muertos. El primer día es en honor de los niños difuntos y el segundo para los adultos.
Esta festividad surgió en el México prehispánico y su legado sigue pasando de generación en generación, inmune al tiempo.
¿Por qué es tan especial?
La festividad del Día de Muertos es especial porque es el momento en que nuestro mundo terrenal puede conectar con el inframundo.
Se abre un portal sagrado que permite una convivencia mística entre vivos y muertos.
Y es la oportunidad de volver a comer, cantar y reír con aquellos seres queridos que han trascendido.
Sí, los mexicanos celebran la muerte ¡y vaya que lo hacen en grande!
Por eso, hoy te revelamos qué hay detrás de cada elemento en el altar del Día de Muertos, para que no falte ninguno en tu ofrenda.
Flores
Las flores son un elemento esencial en la tradicional ofrenda de Día de Muertos y su relevancia es tal que incluso se agrupan en diferentes colores.
Las flores blancas aluden al cielo y las moradas representan el luto.
Por su parte, las flores amarillas constituyen el elemento tierra. Estas son, las tradicionales y 100% mexicanas, flores de cempasúchil que con su peculiar aroma atraen las almas de los fallecidos.
Las flores de cempasúchil adornan la ofrenda y sus pétalos también guían a los seres queridos hasta su hogar. De hecho, en la antigüedad se colocaban pétalos de cempasúchil desde el panteón hasta su casa.
Copal e incienso
Los indígenas mexicanos ofrecían el aroma del copal a sus dioses y, con la llegada de los españoles, esta práctica se mantuvo en la ofrenda de Día de Muertos.
Los europeos añadieron el uso del incienso y se utilizó para incrementar el aroma que guía a los muertos.
Estos elementos también se utilizan para limpiar, energéticamente, el lugar en donde se colocará la ofrenda, para que las almas puedan entrar.
Comida
Después de un largo recorrido desde el más allá, las ofrendas reciben a las almas con abundante comida mexicana.
¿Qué clase de comida?
Mole, tamales, enchiladas, mixiotes, dulce de calabaza o de tejocote, camote con piloncillo y frutas de temporada.
Así como bebidas tradicionales, incluyendo atole de diferentes sabores, chocolate caliente, e incluso mezcal, tequila y cerveza.
Agua
El agua es un elemento esencial en la ofrenda.
Por un lado, representa la pureza de las almas.
Y, por el otro, es fundamental colocar un vaso con agua para que los queridos visitantes puedan hidratarse, tanto en su arribo como al marcharse.
Pan de muerto
El pan de muerto simboliza la fraternidad y afecto de la familia hacia sus seres queridos. Se elaboran en distintos colores y con diferentes elementos decorativos, principalmente azúcar en polvo o ajonjolí.
Calaveritas
Las calaveritas son unos peculiares dulces en forma de cráneo que simbolizan a los familiares por los que se pone la ofrenda.
Se hacen de azúcar, chocolate o amaranto, y puede grabarse su nombre con una pequeña tarjeta al nivel de la frente.
Sal
La sal es un elemento de purificación que se coloca en la ofrenda sobre un plato, para evitar que las almas “se corrompan” y, de tal manera, ayudarles a regresar al inframundo.
Papel picado
El papel picado simboliza el elemento viento por su movimiento, al colocarse sobre la ofrenda.
Constituye la unión entre la vida y la muerte.
Veladoras
Las veladoras son el elemento fuego en la ofrenda. Representan luz, fe y la esperanza de guiar a las almas de vuelta a casa, como cada año.
El número total de las veladoras, en muchas familias, coincide con sus miembros finados. Suelen colocarse en forma de cruz para señalar los puntos cardinales.
Además de todos estos componentes en el altar del Día de Muertos, se ponen juguetes para el espíritu de los niños.
Y en algunas zonas del país el altar se separa en 7 diferentes niveles, porque esos son los escalones que recorre el alma hasta llegar al cielo, desde el purgatorio.
Dato curioso: desde el 2003, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), declaró el Día de Muertos parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por toda su tradición e importancia.
No cabe duda, el Día de Muertos es una tradición única, llena de magia.
Y, sobre todo, una práctica donde predomina amor que une a todos los espíritus.